Nuestro éxodo de cara al Mundo

  Hola, ¿Qué tal? Heme aquí, de vuelta al blog, y quería aparte de saludarles después de unas fechas no laborables como lo es en Venezuela la Semana Santa, para católicos y no católicos, decidí comentar un asunto muy preocupante, al menos, para muchos de los que nos tomamos en serio este asunto de ejercer nuestra profesión, como lo es: nuestra crisis venezolana. Demoré un poco en escribir sobre ello porque creo, que todo viene a su tiempo y sin sobresaltos.

  Algunos pensarán: pero bueno y qué tiene que ver eso con este blog que supuestamente solo habla de educar, y pues bien, sería deshonesta conmigo misma el no hablar o compartir todo lo que siento en el justo y preciso instante en el cual me siento a desahogarme escribiendo. Eso desahogo. Y como esta ventana comunicativa nada pretende aparte de compartir contigo mi humilde opinión, pues más aún. A “darle” se ha dicho como coloquialmente expresamos en estos lares.

  No es fácil tocar el tema sin herir sentimientos, no planteo otra cosa que contar nuestra realidad desde mi punto de vista, que quizás, no sea el mismo que tú poseas, por ejemplo; pero si de algo puedo estar segura es que “quien lo vive es quien mejor lo cuenta”, ya dijera un conocido refrán. Nada de: «me lo dijo el amigo de mi amigo», nada de eso. Todo vivencial, presencial.

  Y es que, en estos días “libres” lo que hago es lo que más me gusta: compartir en familia, con algunos amigos que tenía tiempo sin conversar, y al final, cuando todo está en silencio al final del día: leer y escribir algo. No hice nada “laboral”, por primera vez en mis años de ejercicio, que ya son unos cuantos, no me senté a chequear ningún examen, ninguna asignación, no planifiqué; ya había dejado con anterioridad todo listo para tomarme una semana para desconectarme de todo lo cotidiano, que a veces satura, a veces desconcierta, otras te anima, y otras te hace feliz, pero que de algún modo rutina, es rutina, y quería cambiarla un poco.

  Y hay que ver lo mal que estamos en nuestro país, en todos los aspectos. Y no quiero adentrarme en el tema político, porque ese es francamente un laberinto sin salida, súper polarizado, desgastado, e inerte, porque desde separaciones familiares hasta las menos circunstanciales se han suscitado por tal motivo; además los que me conocen saben perfectamente bien cuál es mi “corazón” político y no viene al caso. Lo que sí, es ver la cantidad de profesionales y otros jóvenes que aún no lo son, que están emigrando de estas hermosas tierras, a otras latitudes, en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades académicas y laborales, ya que económicamente es sumamente cuesta arriba “mantenerse” a flote en nuestro país, y quien me diga que miento, se está engañando a sí mismo, no hay duda. Obviamente no soy politóloga, ni socióloga, ni economista, pero basta con ver nuestro alrededor y ver el antes y el después de cadenas de errores en muchos sentidos. No hablaré del sector salud que también se vincula porque sería demasiado extenso. Otra oportunidad se hará.

  Y es que todo evidentemente consterna, ya que cada día se percibe más y más preocupación desde nuestras aulas, tales verdades salen de la boca de nuestros estudiantes, de sus padres y representantes; y nosotros educadores cuales “esponjas” captamos todas las opiniones en un breve instante. Los compañeros de trabajo, el gremio entero lo sabe, pero muchos dirigentes «educativos» callan verdades, secretos a voces, y se dejan llevar por nuevas y malas decisiones y siguen adelante como si nada pasara. Inmutables. No puede ser. No es fácil ser neutral de esa forma, se escurre nuestro más visceral sentimiento de ser medianamente consciente de nuestras fallas y errores. Y Muchos se preguntan ¿Hasta cuándo podremos educar así? ¿Qué sociedad es esta?

  Muchos pensarán que me “salí” del tema de siempre, pero es que educar y a tiempo completo significa para mi mucho, y para otros tanto o más, que como yo, ven con preocupación hacían dónde nos llevará esta brújula. No se trata de ser pacientes o no, es que el reloj de arena ya ha dado varios giros, y nada que llegan las soluciones. Esperemos con el sentimiento más optimista que todo mejore por el bien de todos; para así poder seguir discutiendo planes, notas, conductas, logros y demás proyectos educativos con ánimos renovados, con vocación reforzada, y no ver en cambio aulas vacías por alumnos que cada día más se animan a ser desertores por diversos motivos, y colegas que están renunciando a sus cargos, para buscar otros destinos y así poder vivir otra realidad a la existente, que también la tienen muy merecida, cuando de querer progresar se trata.

  Así que veremos que surge, mientras, educaremos hasta donde nos permitan hacerlo.

  Un abrazo mis apreciados lectores.

  Aldora

(Imagen tomada de: blog.belino.es)

La tecnología que todo lo “arropa”

  Hoy amanecí algo nostálgica, si, de esa nostalgia reflexiva pero alegre, no la tristona… de esa que te trae a la mente recuerdos hermosos, no sé si serán ya mis 40, pero siempre cada etapa, cada ciclo, se recuerda de una u otra manera.

  Y muchos pensarán: Bueno… ¿y a qué viene entonces esto con el título del artículo? Pues bien, a que los que como yo, no estábamos en nuestra niñez o en nuestra adolescencia con una tecnología tan avasallante como la que poseemos ahora, que van desde los dispositivos más ultramodernos paseándonos en toda su diversidad, hasta los ya conocidos como el básico computador, que si bien no negaré sea útil y en muchos casos indispensable, pues hay momentos en donde no hace falta, si, exactamente, no hace falta, y se usan para “cubrir espacios”.

  ¿Cómo es eso? Bueno, a mi concepto, (a quien siempre la tecnología me llamó la atención, debo decirlo), hay un exceso en su uso, si es que se puede utilizar ese término en muchos casos.

  La sociedad actual se ha visto envuelta y “arropada” por los más diversos aparatajes, cada vez más sofisticados que el anterior, ultramodernos, las nuevas versiones de, pero en sí, la pregunta es obvia ¿Nuestros jóvenes saben darle un buen uso? Creo que la mayoría pensamos que no; y es que el “uso” de las tecnologías no es solamente “conectarse” a una red social y pensar que eso es lo máximo, es ir más allá, es que seamos los dueños, los que sepamos decidir, e imponer los límites requeridos, no permitir que se desborde el mal empleo de ella.

  En mi generación en la época del Bachillerato, la tecnología novedosa radicaba en una Calculadora Científica y en el Ordenador, en este último los diskettes eran de 3 1/2”, todos unos dinosaurios si se los mostramos a algún joven de hoy día. Pero el hecho de no tener banda ancha, en la forma que la tenemos ahora, hacía que el uso que le dábamos al computador fuese moderado, ahora no.

  Soy de las que cree que la tecnología llegó para quedarse, que te hace la vida más cómoda en muchos casos con sus avances, que van desde su uso doméstico hasta el industrial y para usted de contar, si eso está bien; lo que noto mal es que somos los Padres y los Maestros los que debemos limitar su uso, ¿A qué me refiero? No puede ser que los jóvenes hoy en día prefieran usar sus dispositivos móviles, por dar un solo ejemplo, que tener un contacto con la naturaleza que les rodea, así sea en una caminata, andar en bicicleta, (no hablemos de las motos por favor, le tengo fobia a tal vehículo, lo dejaremos para otra oportunidad y les explico el por qué), a un partido amistoso deportivo de cualquier índole, ya que ese tipo de contacto social supera en creces al virtual lógicamente.

  He visto con tristeza como miembros de una familia asisten a una reunión social, y todos están distraídos e inmersos en sus conversaciones virtuales, y no se dirigen la palabra ni siquiera en los trayectos de ida y venida en el carro. Me parece demasiado. Luego, tenemos que, son esas mismas familias que desean que seamos nosotros los docentes con que reparemos daños irreparables en sus hijos, con respecto a la comunicación, por ejemplo, asunto que no nos compete de manera directa y eso también hay que decirlo.

  ¿Y entonces que hacemos? La culpable no es la Empresa que vende el producto, el culpable es quien compra y no sabe usarlo, es mi humilde punto de vista, no puedes estar 12 ó 15 horas de tu jornada diaria “conectado” a un aparato electrónico, no es sano. Es cuestión de buscar el equilibrio, un balance adecuado. No es fácil pero puede lograrse. Comenzar desde ya a explicar los “contra” de tales excesos.

  ¿Y tú qué opinas?

 

(Imagen tomada de: http://www.fceer.org/noticias/recursos/grafeno).

“Por los momentos es lo que hay, y con lo que hay, hay que trabajar”

  Hace 21 días que no publico en este blog mis “andadas”, me disculpo por ello, y es que los Docentes hacemos mil y un actividades alternas, tal cual el famoso cuento infantil, pero en obras y hechos… Y pasa, sobre todo en mí país, que los educadores aparte de todos los quehaceres educativos, por así decirlo, de los cuales estamos inmersos, pues también (si queremos pagar algunas cuentas), tenemos que dedicarnos a otras prestezas paralelas, es algo muy común, y bueno, obviamente dejamos de lado muchísimas cosas que también nos gusta hacer, de forma momentánea. Pero forma parte de la vida, de sobrevivir más que todo diríamos algunos ya. Y no se trata de inconformismo constante, es que los salarios docentes están no por el suelo, por el subsuelo más bien.

  Alguien de mi familia me decía: “Aldora, tú no estás para dar clases a muchos muchachos que no valoran tu trabajo y tu dedicación, tu deberías estar, educando si, si es lo que te gusta, pero en otro nivel, no con estudiantes con edades tan complejas, con caracteres tan heterogéneos y que cultural y socialmente no aprecian lo que haces con ellos”; fuerte comentario verdad, no está lejano para nada a la realidad, pero mi respuesta fue: “Por los momentos es lo que hay, y con lo que hay, hay que trabajar”.

  Parece trabalenguas ¿no? Pero en sí no lo es, a ver “escarbemos” más esta idea enfocándonos en nuestro oficio. Ciertamente cuando estudiamos nuestra profesión, y nos fuimos puliendo en el área que más nos gusta, para así prepararnos lo suficientemente bien, para ser el mejor Docente posible para nuestros estudiantes, no estábamos soñando, trabajábamos desde lo académico para ver resultados en el aula, año tras año de preparación hacían de nosotros ese profesional con un criterio definido y bien plantado a la hora de enfocar y discutir ideas con sólidos argumentos, tanto con los colegas, como con padres, representantes y los mismos estudiantes. Muchos no exigíamos: “quiero los mejores estudiantes para mí”, “los demás se los dejarán a otro colega”, como algunos refutan aún sin desparpajo; y es que nuestra laboriosa profesión vale más cuando comienzas de cero, lleva más esfuerzo, más dedicación, algunos desaciertos, pero las mejores recompensas personales; son retos. Y eso es a lo que desde hace unos años hacia este tiempo nos enfrentamos a diario: retos. Cada día uno distinto.

  Para muchos estas son frases trilladas, ¿Qué hay de nuevo en ellas? Pues nada diría yo, lo nuevo sería: Tu punto de vista. Aclaro, no es que sea masoquista, nada más lejano, es que estoy en el oficio que me gusta, y estoy clarísima, que el problema en mi país es que no nos valoran como verdaderos engranajes del conocimiento y la sociedad, que nos ven como simple “cuidadores de hijos ajenos”, que terrible…

  Hace unos día tuve que ir a una reunión como Representante al Colegio donde estudia mi hija Kindergarten, Preescolar como decimos acá, y salí henchida de orgullo, casi flotaba, porque el dueño de la Institución educativa mencionaba lo que para él significaba ser Maestro, aquellas descripciones de cómo veía en nuestra profesión un verdadero aporte a la sociedad, que otros no alcanzan a lograr, no porque otros oficios no tengan valor, es que el nuestro es: el de segundo hogar. Y claro, cuando muchos estudiantes no poseen el verdadero, somos lo único que tienen… Ahí va de nuevo por qué tenemos que sentirnos felices con nuestros logros, sin dejar de lado el objetivismo en el cual debemos zambullirnos también, para ver con verdadera perspectiva, todos los pro y los contra del día a día en el aula.

Esto es lo que hay amigos míos, colegas, y con lo que hay, hay que trabajar.

¡Exitos!

  Imagen tomada de: academiahelmantica.files.wordpress.com

Mi ausencia justificada

 

  ¿Qué tal colegas?, pues yo, me tomé el día de ayer para aceptar una invitación a una celebración educativa, y fue el 10mo año de trabajo ininterrumpido de la Unidad de Investigación del Ciclo Básico de la Universidad de Carabobo, en La Morita Estado Aragua, ¡y vaya que esta decena reúne lo más granado del centro del país en materia educativa!, dando a conocer además su primer e-book versión digital para todo aquel que esté interesado en conocer todas las investigaciones que lo conforman, producto del interés no solo de la mano de sus Coordinadores, el Dr. José Ortiz y la Dra. Ligia Sánchez, sino de todo el equipo multidisciplinario conjuntamente con la Dra. Martha Iglesias, que enlazado con la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, de Maracay Estado Aragua; han cristalizado sus primeros diez años de gran esfuerzo educativo, un afán inmenso en apoyar esos talentos que laboran en nuestras aulas de manera silenciosa y sin pretensiones, para así dar a conocer en cada Ponencia, de cada viernes en el Ciclo Básico, las necesidades, hallazgos y logros de cada uno que así lo desee.

  Y hay que ver cómo cambiamos en cada etapa vivida, se rememoran los ciclos, es allí donde nos damos cuenta si queremos seguir el mismo camino o bifurcar hacia otro distinto. Y cuando nos damos cuenta que estamos en el correcto, nos sentimos a gusto, con todos los pro y los contra que tal sentimiento pueda significar para cada quien.

  Y aparte de lo reflexiva de la actividad, pues además quisimos apoyar el talento de un ex alumno nuestro: Daniel Canelón, un joven que ahora como estudiante de Guitarra Clásica, le dio ese toque elegante, limpio y solemne que hacía falta, para hacer el cierre de tan merecido acto. Y allí en el Salón Magistral de la Universidad, en cada nota musical interpretada, escuchada y disfrutada, es donde uno se da cuenta de cuánto talento podemos tener en cada aula, y no lo sabemos en unos casos, y en otros más grave aún, es ignorado. Nada cuesta apoyar a nuestros jóvenes estudiantes si podemos hacerlo, esa es la idea pienso yo; que en algo aportemos a mejorar lo que tenemos a nuestro alrededor, no todo es una clase en el aula, enseñamos también de otras formas y maneras, a tiempo completo.

  Sigamos adelante colegas, si algo nos gusta, pongámosle todo el corazón y la mente en ello, que al final nuestro trabajo hablará solo, será nuestra carta de presentación en cada uno de nuestros estudiantes, lo sepan ellos o no. Ya más adelante se darán cuenta. A darnos de vez en cuando nuestra merecida palmada en el hombro por lo que se ha logrado, que de vez en cuando nos lo merecemos por nuestra nada sencilla labor.

  Un abrazo, y ¡que sigan los logros!

  (Imagen tomada de : http://www.elcentrodelsonido.com).

No puedes “dar” motivación sin estar motivado

  No puedes… por más que quieras no puedes.

  No es sencillo mantenerse a flote en nuestra profesión, y con ello me refiero a todos los avatares que de manera siniestra confabulan para que te rindas en tu cotidiano quehacer.

  Pero si de algo podemos estar seguros, sea en esta o en cualquier otra profesión, es que si no estamos motivados no podemos ni mantenernos, ni mucho menos avanzar. Pero, nuestro oficio, tiene algo que no tiene ningún otro y es, que nosotros cuando instruimos a la vez motivamos, y tenemos que hacerlo por el bien de nuestros estudiantes, pero ¿Cómo motivar sin antes estarlo? Es cuesta arriba ¿O no?

  Entonces es cuando muchos perdemos el ánimo (si a mí también me ha ocurrido), pero no ánimo de enseñar en sí, sino el de orgullo propio como profesional ante alguna injusticia laboral, que son de las más diversas y controvertidas claro está, y que son el pan nuestro de cada día de manera ancestral dijeran algunos. Y nos desmotivamos.

  Muchos comienzan a delegar las funciones propias en otros, por ejemplo, a fin de liberarse de responsabilidades que le competen directamente. O lo más recurrente, y peor aún, dejan de asistir a su trabajo, ignorando y otras veces a consciencia plena, de lo que esto significa, de lo trascendental hacia los demás.

  No quiero filosofar mucho al respecto, porque me adentro en temas que se derivan de este que en este momento no vienen al caso, la intención es, que cada uno de nosotros se pregunte ¿Por qué no estoy motivado? Y vienen las posibles respuestas: un Estado que no valora a sus trabajadores brindándole no solo sus respectivos salarios adecuados, sino seguridad económica a la hora de la jubilación, que como todo, ese tiempo llegará, y para a quien le llegó ya, sabrá lo que significa en nuestro país (seguir laborando en muchas ocasiones ya con el “tiempo vencido”, y en otros trabajar así sea media jornada en otra actividad que me permita mantenerme medianamente solvente). Y atención, no quiere decir esto, que no lo hagamos siendo activos, porque hay que ver lo creativos que tenemos que ser para poder estar con los saldos en positivo y en azul.

  Pero en medio de todo preguntarnos también: ¿Quiero seguir en esto? Y si nuestra respuesta es sí a pesar de todo, pues continuar con nuestra labor en el aula, a pesar de todas las vicisitudes, es un privilegio que le daremos a nuestros estudiantes; no todos lo valorarán eso es cierto, pero a muchos si les importamos y si nos esperan desde su salón.

  Y armarnos de valor para educar sin miramientos, suena romántico, o cliché, pero desde tu metro cuadrado correspondiente puedes hacerlo, quizás no con la misma intensidad, porque cada día es único, pero podemos intentarlo.

  Y yo desde esta tribuna también me gustaría saber tu opinión, para de manera reflexiva autoevaluarnos; mientras, me tomaré un café.

  Feliz jornada.

 

Imagen tomada de: http://www.granadablogs.com

 

La religión y la escuela

  Un tema nada simple, una alquimia nada sencilla…

  Quiero hoy plantear mi idea al respecto, de una manera llana y sin ostentaciones porque no soy experta en el tema, mi relación con la religiosidad de manera inicial parte de mi hogar cuando era niña, y así lo llegué a asumir siendo adolescente que les sucedía a las demás personas, que ese aspecto tan importante, al menos así lo veo yo, partía del hogar, como tantos otros, como un todo, que va en el paquete completo de eso que es Educar en casa…

  Mi visión adulta con respecto a la diversidad de creencias religiosas se fue consolidando como tal durante mis estudios universitarios, sobre todo en la Cátedra de Filosofía con un espectacular Docente, especialista en el tema, ateo, quien supo manejar de manera sagaz, los más diversos y ásperos escollos que toda clase de tal talante pueda tener. Inolvidables  e irrepetibles momentos, que desde entonces y hasta el día de hoy he atesorado conjuntamente con varias amistades que nacieron en esa época.

  Es allí en la Universidad precisamente, donde conozco de cerca a esas otras personas que pensaban muy distinto a mí, pero con las cuales me sentía muy cómoda hablando de Religión, y si a ese particular se le suma su relación con la Escuela, pues digamos que, no es que empeore el asunto a la hora de abordarse seriamente, sino que depende mucho el punto de vista del Sr Estado para poderlo vincularlo con todas sus aristas posibles.

  Ese lazo entre Estado y Escuela que en cada nación, es como es, de acuerdo no solo a las leyes que lo rigen al respecto, sino también a factores políticos, económicos, culturales y  por supuesto religiosos, ven posible un acercamiento dependiendo de quien tome decisiones asertivas o no, pero que causan ese efecto de acción y reacción necesarios en todas las sociedades. Y bueno, nos guste o no, la religión no se escapa, está presente, aunque en muchas aulas ya no se imparta esa cátedra, al menos en nuestro país, cuando dejó de ser asignatura obligatoria, no quiere decir que no se hable de ella, lo seguimos haciendo muchos de manera informal, con las torpezas propias cuando no somos especialistas en ello, es verdad, pero que nos vemos en la necesidad de tratar ciertos aspectos cuando lo piden nuestros estudiantes, o cuando lo vemos necesario, dependiendo del caso y de nuestro agudo sentido común.

  Y esa vinculación entre las distintas creencias religiosas y la escuela, no es nueva, para nada, y como sabemos existen todo un conjunto de factores que la hacen posible, ya más adelante hablaremos de ello, pero eso sí, siempre el núcleo familiar es quien sopesará en mayor medida la relación directa con nuestros alumnos, y es que nosotros como educadores complementamos, más no sustituimos jamás la función primordial del grupo familiar, en ningún momento, ya que aparte que no tenemos potestad para ello, no podemos atribuirnos tal acción a menos que seamos líderes religiosos y educadores al mismo tiempo, y esa no es la mayoría que impera en nuestro país como es bien sabido.

  Pues bien, en base a ello, la religiosidad forma parte importantísima, bajo mi concepto, de esa educación en casa. Y esto lo menciono a modo de reflexión y es debido a que esta  semana se ha estado celebrando, una conmemoración que enmarcada anualmente dentro de la Asamblea de las Naciones Unidas se instauró del 01 al 07 de Febrero, denominada: Semana Mundial de la Armonía Interconfesional, abarcando todas las religiones, confesiones y creencias; en donde, desde el 2011 con esto se quiere según la ONU: “… poner de relieve la necesidad imperiosa de que las distintas confesiones y religiones dialoguen para que aumente la comprensión mutua, la armonía y la cooperación entre las personas y que los imperativos morales de todas las religiones, convicciones y creencias incluyen la paz, la tolerancia y la comprensión mutua”…

  Vaya compromiso nada fácil, por la complejidad que como seres humanos sabemos que poseemos, pero que como individuos con raciocinio debemos tomar ciertas acciones, a mi modo de ver, en todos los espacios posibles, entre ellos La Escuela, en donde sea la fé que se profese, o no, entre los estudiantes, nosotros los educadores sepamos abordar ciertos y determinados aspectos nada sencillos que puedan suscitarse en ciertas discusiones y planteamientos que nacen desde las aulas, porque no todo se refleja en casa como bien sabemos.

  Respetando así nuestras creencias, todos tenemos espacio para un punto medio al diálogo y al entendimiento, y a no ser precisamente como educadores quienes juzguemos, no es sencillo dejar de emitir aseveraciones, lo hacemos a veces sin querer, pero podemos desde nuestros espacios impartir tolerancia hacia el otro. No al fanatismo.

  Es mi humilde punto de vista, ¿El tuyo cuál es?

 

Foto  tomada de: ONU/Rick Bajornas

Más allá de una simple clase en el aula

 

  Cuando se trabaja durante cierto período de tiempo con público, a mi criterio, terminas analizando distintos tipos de personalidades, sin querer unas veces, y otras queriendo, ya que cuando de alguna u otra forma existe un “algo”, o que nos preocupa, o que nos llama la atención por ser nuevo o hasta el momento desconocido para nosotros, de esa persona, nos motiva a querer indagar de forma documentada ciertas conductas que observamos en forma cotidiana.

  Resulta que, no solamente como Docentes tenemos que analizar a nuestros alumnos, (no es obligatorio pero está intrínseco en nuestra profesión), y a sus Padres y Representantes (que ya son bastantes), sino que también nos toca el reto, en muchos momentos, de investigar de manera precisa a todo nuestro entorno laboral, eso incluye desde algunos colegas, hasta los demás miembros de la “comunidad educativa” en la cual nos desenvolvemos como: personal administrativo y obrero, con los cuales también nos toca la tarea de interactuar, ya sea de una forma recurrente o no. Pero todo no queda allí, ya que además de eso, como también debe correspondernos, y de forma prioritaria debemos analizarnos a nosotros mismos, y no por ser descrito en última instancia es lo menos importante, todo lo contrario. Y es que el proceso de autoanálisis (como se indica) debe partir de nosotros mismos, revisarnos constantemente, e interactuando con los demás qué hacemos bien y qué hacemos mal. Para mí es importante y necesario.

  ¿Es una labor sencilla? No, ya que eso implica ser lo más objetivo posible. A veces se logra, a veces no. Somos seres humanos y erramos. Pero lo importante es reconocer, y eso no es tarea fácil, que estamos inmersos en todo un conjunto de factores que conforman nuestro ambiente de trabajo, internos y externos; los primeros pueden canalizarse a corto o a largo plazo, pero los segundos se encuentran fuera de nuestro alcance real de los hechos, limitando nuestro accionar cuando se superponen entre sí.

  Mi intención no es juzgar como si fuese Psicóloga, pues no lo soy, ni tampoco Psiquiatra, me formé para educar y créanme que por más Psicología que en la Universidad nos imparten durante nuestra preparación académica, y por más que podamos leer al respecto y “empaparnos” en ciertos aspectos adicionales a lo que diga nuestro Título académico, no contamos en nuestras Instituciones educativas con las herramientas necesarias que nos faciliten la ardua labor de “entendernos” como seres humanos; ya que nos topamos con muchos trastornos de personalidad, los cuales están incluidos como trastornos mentales según La Asociación Americana de Psiquiatría, y de la Organización Mundial de la Salud.

  Y muchos colegas docentes pensarán quizás ¿Y qué tiene que ver toda esta información con mi ejercicio docente? Pues a mi modo de ver mucho, no laboramos con máquinas, sino con personas …¿Podemos o no ayudar en algo? creo que sí, en referir ciertos y determinadas conductas con su Especialista determinado y así corregir muchas circunstancias que entorpecen el buen desarrollo educativo de ese ser humano, lo mejor posible. Eso sí con tacto, y con la suficiente madurez profesional que cada quien así lo amerite lógicamente.

  Debemos reconocer lo íntimamente relacionadas que están las ciencias aplicadas, conjuntamente con la Educación, y en ese asunto de andar siempre en modo “on”, cual artefacto encendido, hay jornadas en donde no cerramos un caso que nos llama la atención y seguimos trabajando en ello por horas, y hasta días, hasta que ocurran dos cosas: o que nos resignemos a no encontrar el diagnóstico (por así decirlo) del problema, o caso contrario, cuando hayamos una posible solución y no nos detenemos hasta sigilosamente salirnos con la nuestra, y eso es: dar el mejor abordaje de la situación problema que esté a nuestro alcance.

  Y es entonces cuando nos damos cuenta que manejamos información valiosa que no debemos, ni utilizar para nuestro beneficio, ni para perjudicar al otro. Forma parte de nuestra ética. Y que solo podríamos exteriorizar, con el consentimiento de la persona a la cual nos referiremos. Y es que no podemos tejer historias ni versiones que no forman parte de la realidad, ni tampoco entrar en un “círculo vicioso” de inmiscuirnos más allá de lo que nos corresponde, respetando esa delgada línea entre lo que es público y lo que es meramente privado. Guardando ciertas distancias y manteniendo esa confidencialidad necesaria.

  A los que nos ha tocado tal misión, sabemos a lo que nos referimos, el compromiso dentro del cual nos “manejamos”. Debemos sentirnos agradecidos por esa confianza depositada en nosotros, muy en nuestro interior, sin jactarnos… sin pretensión alguna… Son gajes del oficio.

  ¿Estoy en lo correcto o no? ¿Qué opinas?

(Imagen tomada de http://www.gemasl.com)

Cargos administrativos en la Educación

 

  El solo tratar de colocarle un título a este post genera cierta incertidumbre en mí, sí así es, y es que realmente no sé exactamente ni cómo denominarlo en algunas ocasiones… Muchas personas no me comprenderán con exactitud y es por ello que debo explicarme mejor, pero es que tengo mis sentimientos encontrados, y en verdad lo confieso; y bajo ese manifiesto, describiré mi experiencia, porque cada quien tendrá las suyas obviamente, y cada quien efectuará su análisis al respecto de acuerdo a lo que le ha tocado vivenciar en carne propia.

  Creo firmemente en que aprendemos constantemente de las opiniones de otros, a veces contrarias a las nuestras, que nos ponen a prueba claro está, y es que en Venezuela a mi parecer se ha abusado enormemente de los… cómo pudiera denominarlo… Ah sí: Nombramientos, Coordinaciones (de las más variopintas y circunstanciales, debo agregar), titulares o no, emanadas del Ministerio de Educación (como a mí me gusta decirle), en donde, toda aquella labor que se ejerce fuera del aula de clases, ya es considerado un cargo administrativo enmarcado desde la Ley Orgánica de Educación, pasando por el Reglamento de la Profesión Docente, Ley de Carrera Administrativa, entre otras normativas. Debo acotar, que a los que nos ha tocado dicha labor en los últimos 15 años (si desde el 2001, no se han efectuado Concursos de Oposición por el Ministerio de Educación para adjudicar los cargos administrativos de forma Titular con su respectiva credencial), han sido con una figura muy conveniente que es la Encargaduría. Digo conveniente, porque si un Coordinador asume dicha Encargaduría, (obviamente en forma voluntaria, y siempre bajo los convenios internos de cada Institución educativa), y cuestiona más de lo debido lineamientos emanados a diestra y siniestra por parte de los Jefes Zonales, entonces es removido, claro está, de una manera poco ortodoxa para cualquiera que tenga conocimiento de causa, y es que con el solo hecho de hacer caso omiso a sus peticiones, sugerencias y reclamos si los hubiere, inmediatamente ese Coordinador siente que no tiene nada que hacer en ese cargo y renuncia en algunos casos, y en otros (que es su mayoría según mi experiencia) deseamos retornar a nuestras aulas de clase, como nuestros recibos de pago así lo indican.

  Soy de ese grupo de docentes, a quienes nos importa, la escasísima autocrítica (a veces inexistente) que pueda haber, en los colegas que ejercen en los distintos niveles e instituciones educativas del Estado, y que deciden asumir cargos administrativos. Pero existe un absurdo conformismo y aún peor, una autocensura en elevados niveles, que a mi modo de ver son incomprensibles, de quienes asumen creyendo que existen “comodidades laborales” y es que a una gran mayoría de colegas que no desean seguir con sus actividades en el aula, creen que “descansan” si asumen dichos cargos; nada más contrario a la realidad, para quien sabe la responsabilidad legal que ello conlleva.

  Creo que debemos cuestionar nuestras ideas, lógicamente, desde el plano profesional y no desde el personal; pero muchos ven la detracción como un ensañamiento o como una rebeldía, solo por el hecho que pedimos argumentos lo suficientemente lógicos como para acatar ciertas órdenes, y cuando esos son basados en supuestos, entonces decidimos a nuestro criterio y a las necesidades que cada institución posee la mejor solución posible, ya que no estamos dispuestos a reverenciar absurdos, aún a sabiendas que no cambiaremos con nuestra opinión el “monstruo burocrático educativo”, pero tampoco queremos hacernos responsables de algo con lo cual no estamos de acuerdo.

  Hago esta reflexión, muy personal desde mi concepto, no con ánimos de frenar la iniciativa que cualquier colega pueda poseer para asumir dichos cargos; sino para que se den por enterados (por si se desconoce) que el deber ser como decimos coloquialmente, es asumir para dar lo mejor de nosotros, así sea poco y limitado, a alguien le daremos su mejor ambiente de trabajo, a alguien le daremos su mejor solución hasta ese momento. La idea es marcar una diferencia, así nuestra convicción de los hechos no formen parte de la mayoría, luego se comprenderá el porqué de tal acción tomada. Y yo que recién retorné a mi amada aula (por segunda ocasión) después de permanecer en cargos administrativos en forma de encargada, recomiendo: No permanezcas en ellos por mucho tiempo, debe existir la alternabilidad, saber que nuestras instituciones no son nuestra casa que podamos manejar a nuestro antojo, es un cargo público que debe inspirar respeto y “academia” como dijera mi Profesor de Cálculo en Pregrado Próspero González; respeto a quien difiera al respecto, pero al menos en mi caso, que me formé para educar, me siento verdaderamente en lo mío cuando imparto mis clases.

  Existe una paradójica seducción por el poder, para algunos. Ese no es, a mi concepto, nuestra verdadera función Docente, si quieres el Poder “cuelga” tu uniforme de educador y mídete en la política, si eso es lo tuyo. Para mí, ambas: política y educación, nunca se la han llevado bien, interfiere una con la otra, por eso deben estar separadas muy inteligentemente. Así que, si eres educador, no deberías disfrutar del poder, estando “bajo perfil”: dominas más… haces más… ayudas más.

  ¿Qué opinas?

Estamos de celebración

   Como si de un cumpleaños se tratara, hoy 15 de Enero, en Venezuela se celebra como cada año el Día del Maestro. Varía de acuerdo a cada país, ya que algunos suelen regirse por el 05 de Octubre como lo declaró la UNESCO; otros como Argentina lo celebran el 11 de Septiembre en tributo al fallecimiento del estadista y educador de esa nacionalidad Domingo Faustino Sarmiento, otras naciones como en México se conmemora el 15 de Mayo en honor a San Juan Bautista de La Salle, y así cada región identifica de manera particular ese día con alguna connotación característica de acuerdo al personaje o momento histórico que lo represente. El origen (en Venezuela) de tal conmemoración se remonta al 1932, cuando un 15 de Enero de ese año se funda la Sociedad de Maestros de Instrucción Primaria en plena dictadura del General Juan Vicente Gómez, cuando por decreto emitido por el General Isaías Medina Angarita en años posteriores, se fija la fecha de tal celebración.

  Con orgullo puedo recordar a grandes Educadores venezolanos como: Simón Rodríguez, Andrés Bello, que además destacaban en otras áreas humanísticas. Otros de alto renombre (en mi opinión) como: Esteban Gil Borges, Francisco Mago Leccia, Asdrúbal Baptista Troconis, Alicia Freilich, María Guinand, Manuel Caballero, y así una interminable lista de maravillosos e insignes talentos en el aula que nos sirven de inspiración en esta tarea diaria del empeñarnos en enseñar… y digo empeñarnos porque la mayoría de las veces pareciera que instruimos en contra de la corriente en muchos aspectos, que ya te seguiré escudriñando en cada artículo, y si educas como yo, ya te imaginarás algunos, pero que al fin y al cabo, forman parte de esa lucha constante que es Educar a Tiempo Completo, seas formado o no como educador, pero que a la final todos hacemos las veces de.

  Cuando yo era niña, ese día se festejaba en grande en mi colegio religioso donde recibí mis segundas instrucciones educativas, y digo segundas, porque mis primeras nociones: leer y escribir, lo aprendí de mi madre, y mi padre, más numérico, me enseñó las operaciones básicas: suma, resta, multiplicación y división. Mamá que no es educadora de oficio, y que como muchos de su generación, por motivos económicos solo pudo acceder hasta un 4to Grado en su país de origen, tenía y tiene, los conocimientos suficientes que la educación de los años ‘50 y ’60 le otorgaron de la mano de su amada Maestra, quien le inculcó la instrucción necesaria y suficiente para su edad, tanto, que se jacta que por poseer pocos grados de instrucción formal, sus conocimientos son muchísimo mayores a los de la mayoría de nuestros niños actuales, y de muchos adolescentes lamentablemente, mi madre, como muchas madres de su época, quienes se esmeraban e ingeniaban desde el hogar a ser nuestras primeras maestras, porque ser madre y maestra van de la mano, tengas hijos o no, es innato, está allí, en ti.

  Luego entiendes, con los años y el devenir del tiempo, que entre poco tacto en unos casos, y muy flexible o complacientes en otros, el ser maestra está intrínsecamente vinculado al hogar, que ahora que soy adulta y mamá lo entiendo mejor, en mi caso, fue en mi hogar en donde recibí mis primeras instrucciones, nada fáciles para un niño, y mamá entre normas, letras, un juego, más normas, trazos y garabatos, otro juego… y así cuando menos ella se lo esperaba, ya sabíamos leer y escribir. Papá en cambio más metódico con sus números, los juegos quedaban para luego, si terminábamos la tarea; y era perfecto, porque yo entendía a mi modo que cada quien tenía su estilo, y estaba bien; así funcionó conmigo en un primer momento por ser hija mayor, y luego le tocó el turno a mi hermano; se repitió la receta, ese patrón infalible entre: ser sensible y firme a la vez; allí estaba el secreto que luego traté de emular cuando fui Docente.

  Comprendí trabajando en aula, que no todo el que se hace llamar Educador, educa; y no todo el que educa es Educador.

  Así que felicidades querido colega hoy en tu día, si eres de ese grupo de joyas que inspira a otros, que te recuerdan con cariño por ser eficiente, crítico, innovador, creativo. Eso quiere decir que tu, con tu vocación ganas más, porque en tu empeño de enseñar, le dejas a tus estudiantes mucho más que una mera lección.

  Ojalá las naciones correspondientes en donde nos toca ejercer, nos lleguen a valorar por los verdaderos méritos que cada uno de nosotros poseemos, en ocasiones parece imposible, en otras se asoma una esperanza, ya veremos.

  Un abrazo con afecto,

  Aldora